Es una mano. La siento. Está justo encima de mí. Es lo único que creo que sé. Intenta hacerme creer que sólo se apoya en mí, pero yo siento que me aplasta. En instantes como éste, en los cuáles pienso en ella, comienza a apretarme cada vez con mayor fuerza encerrándome (casi) toda en su profundidad. Esfuma mis ganas, casi que las extingue. No sé a quién pertenece ni por qué pone su atención en mí. Ni me importa. Pero quiero, necesito, que sea ELLA quién se esfume, quién se extinga; que me deje en libertad. Sólo eso.