A esa hora me percaté.
Recordé que era el cumpleaños de la prima A. (cosa que según ella, arruinó), y corrí al calendario a corroborarlo, supe entonces que en efecto, era la fecha. Sin exagerar sentí ese golpecito filoso en el corazón. Han permanecido en mí desde una lejana ocasión las ganas de volver ahí, al cementerio. Hace unas semana salía de la clínica veterinaria (con un gato para variar, cosa que le dije a ella que nunca creítener), una sensación extraña hizo que me detuviera y me encontré justo frente al cementerio. Me senté en la banqueta para mirar sus pequeñas lomas adornadas con cuadradas y curiosas lápidas. Me sentí diferente de la primera vez que fui, en mi cumpleaños pasado por cierto, cuando una tremenda fuerza de algún lugar del universo me empujó a entrar a ese lóbrego lugar (el cuál aminoró casi que detuvo e hizo pesados la mayoría de mis pasos). Recuerdo que mi respiración se tornaba pesada, que a veces deslumbrantes relámpagos adornaban el cielo, ¡ah! y que por más que quién me acompañaba se acercaba insistente a preguntarme si ya nos íbamos, mi atención estuvo todo el tiempo fjjada al ambiente. Mientras lo recorrí observé con detenimiento muchas fotografías, leí dedicatorias, nombres, fechas, deduje edades e incluso contemplé y jugué con algunos juguetes que estaban ahí algo sucios y gastados. Para mí no hubo ni hay algo perturbador en ese acto, pero sé que a quién me observaba le resultó si no así, algo muy parecido. Una suave lluvia nos acompañó pero me percaté de ello hasta que estuve totalmente empapada. Más de una veintena de veces creí estar segura de encontrarme 'ahí' más el nombre lapidado siempre me decía otra cosa. Después de algunas horas (no sin menos pesadumbre y tampoco con más) accedí a la petición de salir del lugar. Pasé a tener la certeza entonces, de que no había ido a encontrar su lápida, sino namás a buscar-la.
Siento ridículo el estar pensando en esto, pues insisto, algo movieron desde aquel día negro hasta hace un año. Ahora, creo que ha pasado uno más. Seguro no tengo la fecha fresca porque no quiero recordarla. Admito que repudio con vehemencia la idea de encontrar su nombre en una lápida, pero la intención sigue estando presente en mí como un clavo en mi zapato todos los días. Pareciera que simplemente quiero encontrarla en alguna caminata por el cementerio (como si todos los días caminara por ahí ¬¬) para así darme cuenta que tanto mis recuerdos me alejaron de ella.
Hace pocos días visité un lugar donde muchos llevan el rostro que la vistió a ella, y ahí una flamante ceiba llena de vida adorna el centro del lugar. La ironía con patas.
Hace pocos días visité un lugar donde muchos llevan el rostro que la vistió a ella, y ahí una flamante ceiba llena de vida adorna el centro del lugar. La ironía con patas.
Octubre, octubre...
Tenía que ser... Octubre
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