Hoy desperté y tenía el recuerdo de mi sueño muy claro. Recuerdo que lo reproduje todo de nuevo, parte por parte, y una parte de mi (aunque no pueda acordarme de que se trataba) asegura que con una enorme exactitud. Antes de siquiera moverme a más de dos metros de mi cama, vine aquí a escribirlo y sin embargo al darle una ojeada al blog, di con el curioso hecho de que las últimas entradas las publiqué en domingos. Me pareció muy buena idea el darle continuidad al hecho, pensaba en ello pero eso terminó siendo un fatal distractor para mi fin. Pasé a hacer otras cosas, acomodo de libros, apuntes, papeles sueltos, pruebas y demás, donde vino el obligado desacomodo cuando al quedarme leyendo cosas viejas (y una que otra reciente también), quería leer mas y tenía que deshacer el trabajo ya hecho. Al ver que acomodé unas cosas pero desacomodé (y mucho más) otras, mejor salí a ver la puesta de sol y pasear con mis perros. Ahora que estoy a punto de dormir recordé que quería escribir sobre el sueño, y vine a hacerlo... Pero me han frenado dos cosas:
La primera: ya no recuerdo el sueño, sólo algunos de los personajes: el conductor loquísimo (de un Tsuru gris), un perro que comía pedazos de las personas que me acompañaban (de las cuáles tengo cierta seguridad que eran personas cercanas a mí, que ya están muertas y que en el sueño plasmaban muy bien esa realidad, pues a pesar de las mordidas del perro no emitían queja ni dolor alguno, lo bueno es que no tenían apariencia de zombie ji), AMLO ¡el mísmisimo Peje! coqueteándome (o.O) y mi madre. No recuerdo nada más.
La segunda: hoy ya no es domingo.
Tengo que agregar que hace pocos minutos, en el trayecto de la universidad a mi casa en el camioncito, recordé otro personaje en el sueño: mi terapeuta siendo golpeado o asesinado en su consultorio, conmigo detrás de la puerta. Espero poco a poco vaya recordando y vuelva a mí la secuencia del sueño completo. Estuve evocándolo sin querer todo el día.
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